lunes, 28 de octubre de 2013

Bio

Yo. 34 años. Casada. 3 hijos. Universitario completo. Especialización de posgrado culminada. Hermana de dos hermanos e hija mayor  de un matrimonio de clase media, trabajadora, que siempre creyó que la educación y el amor por el trabajo son el mejor legado para darle a sus hijos.
Infancia de barrio, en un pueblo con aspiraciones de ciudad. Calles de tierra, veranos de juegos bajo la sombra del paraíso a la hora de la siesta. Tardes de reuniones en el baldío armando la casita bajo la palmera. Noches de jugar a la escondida hasta que se escuchaba el grito asomado a la venta: a comer!!! Y así toda mi niñez. ..
Adolescencia de colegio privado a costa de innumerables esfuerzos económicos de padres y esfuerzo estudiantil de quien suscribe. Años de comerme libros  para aparecer durante mis cinco años de secundario dentro de los 10 mejores promedios del colegio, y así pagar el sacrificio que hacían por mantenerme ahí.
Alumna prolija en el secundario. Universitaria de diploma de honor. Otros cinco años de carrera en tiempo récord, trabajando 10 horas por día, cursando de noche, estudiando a horas en las que  ahora ni me imagino despierta…
Buen sueldo, departamento alquilado en pleno Barrio Norte, carrera en orden. Noviazgo de años con un amor de años que culminó en lo mejor que da el amor: un hijo
Llegó él y la vida me encontró volviendo a la ciudad que me vio nacer. Y entre adaptarme nuevamente cambié de trabajo, construimos nuestra casa y tuve dos hijos más.
Este 2013 me agarra dueña de un negocio del cual vengo aprendiendo bastante, con otros proyectos en camino, una casa a la que siempre le encuentro cosas para agregarle, un marido tapado de obligaciones, pero que siempre encuentra la forma de hacerme saber que está, unos hijos que crecen a pasos agigantados…. Y unos padres que están atravesando la peor de sus crisis… que, digamos, se están separando…
Y de repente, sentí la necesidad fuerte de poner por escrito quien soy, que hice, que hago, porque hay una parte de mí que siente que con esta crisis familiar (aunque mi costado racional  me diga que no) algo de quien fui, está medio a la deriva…

O será que escribí por miedo… porque por primera vez, en mucho tiempo, no se bien para donde salir…

Gracias Lou...

viernes, 21 de junio de 2013

10

Ya pasó casi un año desde la última vez que escribí. 10 meses exactamente. Mucho tiempo. En estos diez meses  seguí recibiendo muchos comentarios en el blog pese a no escribir. Recibí mails, mensajes, leí otros  blogs, pensé en volver a escribir, pensé en cerrarte querido amigo.
Hace casi exactamente un mes cumplí años. Y entre los muchos (y lindos regalos que recibí) me regalaron una consulta para hacerme una Carta Astral y algo que se llama Revolución Solar. Hace tiempo venía con ganas de hacer algo así. No era por pura y simple curiosidad; era más bien como una especie de necesidad interna. Se ve igual que tan interna no era,  o yo la estaba exteriorizando mucho, porque mi querido hermano y su novia me cayeron con la invitación a esa experiencia.
No viene al caso que explique que es una Carta Astral porque no es mi “metier”. Sí vale la pena decir que fue una experiencia de lo más enriquecedora en lo personal, que me dejó en algunos momentos bastante asombrada. Es muy loco que alguien te diga tanta data junta de tu vida sin conocerte.
Entre todas las cosas que me dijo en esas dos entrevistas es que yo tenía que volver a lo que me hacía bien. Que había algo que yo había empezado hace un tiempo que era lo que me hacía verdaderamente feliz.
Llegué a mi casa con la sensación de que me estaba olvidando de eso. De hacer algo que me haga feliz a mí, a Clo.
Pasaron 10 meses… 10 meses con la cabeza envuelta en caos de zapatos, colecciones de ropa, inviernos, verano, cheques, proveedores… 10 meses de hijos que crecen a velocidad impensada, de navidades, cumpleaños, fiestitas escolares, tablas, pruebas… 10 meses que se me pasaron volando… 10 meses en una vida es un montón de tiempo.
En el medio de estos 10 meses, hace muy poquito tiempo, falleció el papá de quien había sido una de mis mejores amigas en la adolescencia, y de la que luego, por cuestiones varias de la vida, me distancié. Falleció, así sin más, de un día para otro. Y yo, que me había criado en esa casa, no pude menos que caer en la cuenta de que no paré. En estos diez meses no paré. No paré a disfrutar nada.
Por eso, hace días que vengo pensando en volver a escribir acá. Porque este espacio es parte de las cosas que me hacían bien. Y si hace bien, hay que hacerlo. Por eso hoy me encuentran sentada acá, tipeando esto, mientras trabajo.

Parando, haciendo una pausa…